Una ayudita. Bueno, dos. Vale, tres, tres ayuditas.

Buenas noches a todos. Espero que se encuentren genial. Por aquí pasando a saludar y a compartir un rato.

Desde hace un tiempo para acá ha habido un apunte que me llama bastante la atención: Soy capaz de brindar apoyo sin mayor dificultad a otras personas, pero no soy capaz de ayudarme a mí mismo. Parece un chiste de colmos, o la mayor de las ironías, pero es así. Casi siempre sé que decir a los demás, pero cuando soy yo el que entra en un espiral infinito de negativismo, no sé qué hacer. No sé realmente qué hacer. He intentado muchas estretegias. Algunas basadas en los consejos que me dieron las pocas veces que fui a terapia. He tratado de imaginar exactamente lo contrario a mi pensamiento pesimista, he probado a respirar profundamente, he experimentando con hacer ejercicio y meditación, que ahora que las menciono son actividades que me está costando la vida entera hacerlas costumbre. Actualmente, le dedico gran parte de mi tiempo a estudiar, y no hallo un hueco para estos hábitos. Si tienen un consejo respecto al tema, se los agradecería desde el fondo de mi alma. Esa es mi primera ayudita.

Pasando a otro tema, quiero describirles una situación que me tiene bastante reflexivo. Perdonen si abuso de su confianza.

Yo vivo en un conjunto residencial, es decir, una agrupación de casas cuya extensión está delimitada en muchas ocasiones por rejas. Por estas instancias, hay una chica que realmente quiero conocer, y no por las viles razones que nos promueve el P, para nada; genuinamente quiero entablar un contacto desinteresado con ella. De hecho, me gusta, y ese es el mayor de mis problemas.

Señores, tengo una dificultad bastante importante para relacionarme con otras personas. Me cuesta mantener una conversación que no sea estrictamente necesaria por razones de supervivencia jasjajas. Nah, es broma. Pero sí que me cuesta hablar con alguien más allá de lo necesario. No tengo dificultad para pedirle una dirección a alguien o preguntarle qué hora es, no tengo ningún problema con eso. Tampoco tengo muchos problemas relacionándome con mi familia. Pero algo que sí es cierto es que el mero hecho de imaginarme a mí mismo preguntándole "¿Cómo estás?" o diciéndole "Buenos días" a la persona que se sienta al lado mío en el transporte público me hace inmediatamente sudar frío. Se me da terrible eso del trato con desconocidos. Soy totalmente esquivo a él. Sin embargo, para mí esto no resulta una mayor adversidad en mi día a día. Puedo vivir con eso, no tengo ningún casi inconveniente, y es ahí donde se hace énfasis en el "casi". Caballeros, me cuesta la vida entera hablar con una mujer.

Sé que esto despierta toda clase de vergüenza ajena y lástima, pero, chicos, esta ha sido una de las consecuencias más dolorosas que me ha traído la adicción al PMO. Cabe destacar que esta no es la causa principal, también tiene mucho que ver con mi baja autoestima y el desprecio que a veces tengo por mí mismo. Sin embargo, en el fondo siento que todo estas dificultades siguen pudiéndose atribuir al PMO, como si fuera el eje central de todos mis problemas. Algo muy importante es que, a pesar de mi cruzada contra este mal hábito, el único culpable auténtico de que todo esto sea así soy yo, quien es consciente de todo y aún así no hace nada considerable por remediarlo. Mea culpa. Pero, muchachos, en serio que me cuesta un montón.

Y ahí está precisamente el problema: Quiero hablarle, quiero conocerla, de verdad; pero no sé cómo hacerlo. No es como si nunca hubiera cruzado palabra con ella. Por mucho que los sorprenda, ¡sí que lo he hecho! Por algún extraño motivo mi mamá se habla con la familia de ella, y ocasionalmente la saluda, por lo que, por extensión, yo también lo hago. Así que sí, ya la he saludado con anterioridad. El problema que tengo es que no tengo ni idea de cuál es el siguiente paso. O puede que sí la tenga, pero la cuestión es que no sé cómo ejecutarla sin parecer un completo degenerado o un 'creep', como la canción.

No se me malinterprete, preferiría arrancarme los dedos a mordiscos que faltarle el respeto de alguna manera. Lo que quise decir anteriormente con "degenerado" es que no quiero parecer un completo anormal que, más que cualquier otra cosa, le cause incomodidad al dirigirle la palabra.

Pero ahora viene la parte triste de todo este asunto, chicos: Muy probablemente, a pesar de todos los consejos y el apoyo que me den para llevar a cabo cualquier tipo de acción, lo más probable es que termine por no haciéndolo. ¿La razón? Muchachos, me considero totalmente desagradable. ¡Qué insatisfecho estoy con mi aspecto, Dios Santo! No lo soporto. Muchas veces pienso que odio, odio con ganas la forma en la que me veo. He hecho muchas cosas por mejorarlo: Hacer ejercicio, mejorar mi dieta, hacer rutinas de cuidado facial. ¡Todo! Pero sigo sin estar contento con lo que se refleja en el espejo. Es más, podría atreverme a decir que mi aspecto ha desmejorado incluso más aún. Toda esta mala racha con las mujeres (yo sé que decir esto me hace ver que todavía tuviera la ideología de un adicto, pero es que no encuentro otra forma de explicarlo) y una abrupta despedida con la chica que anteriormente me gustaba, además de lo duro que a veces puede ser la abstinencia y mucho más si se tiene que sobrellevar en solitario y en secreto me han llevado a descuidarme a mí mismo. Así que ahora parto con incluso más desventaja.

Más allá de lo material y lo simple que puede llegar a ser sencillamente comentar amores platónicos, creo que la raíz del asunto se encuentra en que mi grave dificultad para relacionarme con el género opuesto se debe a mi crónica falta de autoestima, que combinado con un arraigado miedo al rechazo y al fracaso te da una ensalada de miseria. Por lo que considero que más allá de centrarme en estrechar una relación con alguna persona debería priorizar fortalecer la más importante de todas: ¡La que uno tiene con uno mismo! Esta tarde, en la televisión, se estaba hablando del tema, y un profesional dijo: "¿Cómo puedes pretender compartir con alguien algo que no tienes ni por ti mismo?" Y considero que tiene toda la razón. Así que, antes de ir por ella, creo que sería mejor ir por mí. Exploraré más acerca del tema, pero si tienes a la mano algunos consejos para mejorar el amor propio, te pido que me colabores con esa segunda ayudita.

También, no sobra decir que lo que había pensado previamente para acercarme nunca lo habría hecho por motivo de mi irremediable miedo a este tipo de cosas. Es terrible, chicos. Cuando veo a una mujer que me gusta, ni siquiera me pongo nervioso y empiezo a analizar cosas como: "¿Qué le digo?, ¿Cómo la saludo", "¿De qué le hablo?", "Ay, qué nervios, ¿lo hago o no?". No, para nada. Cuando me encuentro en una situación de esas, me doy por vencido de inmediato, sin resistencia, para posteriormente mi cuerpo empeñarse de forma obstinada en hacer todo lo posible para evitarla. Ríanse todo lo que quieran, pero me sienta fatal, chicos, y no sé qué hacer. Yo creo que esta reacción se debe a años y años recordándome a mí mismo mi incapacidad para intimar con el otro género. Y no sé cómo arreglar las cicatrices de décadas con simplemente afirmaciones positivas. No sé cómo voy a arreglar la destrucción que ha habido en mi alma en unos cuantos meses. ¿Qué me recomiendan ustedes para empezar a librarme de este miedo, muchachos? Ahí va la tercera ayudita. Aprovecho para decir que gracias, en serio. Dejando el chiste a un lado, todo esto me es de mucha ayuda.

Para terminar, a veces pongo en duda muy seriamente si para encontrarle remedio a mi persona será suficiente comentar mis problemas en Internet. Compréndanme, para nada estoy haciendo menos el inigualable espacio que presta este foro como tampoco la valiosa ayuda que generosamente comparte esta comunidad. Es solo que, muchas veces, realmente se necesita una ayuda profesional para que te pueda mostrar de forma sólida tus pasos a seguir, entendiendo tu situación y cada uno de los acontecimientos de tu vida. Es como si ustedes y yo fuéramos en un coche (el más grande del mundo, porque mira tú para que quepan 1.178 personas), y se vara en mitad de la carretera. Entre todos podemos analizarlo, proponer soluciones e incluso conseguir que ande un poquito, pero si genuinamente queremos que el coche ande sin ningún problema durante mucho tiempo, habrá que llamar al mecánico.

Así que, ¿qué dicen ustedes? Yo sé que es muy cuestionable andarles pidiendo su opinión para cada decisión que tome en la vida. Sé que ya no soy un niño, pero, chicos, realmente aprecio su ayuda, y admiro tanto lo que ha conseguido cada uno de ustedes que creo que lo mejor que puedo hacer es pedirles consejo. Les agradezco de todo corazón lo que hacen, así sea que ni siquiera me respondan y solo lean este mensaje, eso ya es mucho. La última ayudita es preguntarles si ustedes creen que para poner en lugar los sofás de mi alma (como dice una canción). Nah, ahora en serio; si para superar todo lo malo que de pronto tuvo lugar en mi vida, ¿debería retomar terapia, a pesar del tabú enorme que sigue habiendo alrededor de ella y que incluso comparte mi familia?

Esa vendría siendo la cuarta y última ayudita, chicos. Al final terminaron siendo cuatro, pero no la voy a colocar en el título porque ya se gastaría mucho la broma.

De todo corazón, quiero agradecerte si has llegado hasta aquí. Como te digo, con leerme ya me has ayudado mucho. Me disculpo si en algún punto pensaste que revelé demasiados detalles o que me expreso de una forma extraña. Lo hice para que se entendiera lo mejor posible lo que percibo de mis alrededores y cómo me siento, aunque a lo mejor también se deba a que es parte inherente de mi personalidad. Quién sabe.

Como siempre, estimando mucho sus consejos y compartiéndoles mi más sincera admiración por la forma en la que han adelantado cada una de sus luchas.

Estamos aquí para apoyarnos. Entre todos lo superaremos.

Fuerza,
vonNeumann.